VIII Asamblea Nacional de los Laicos Misioneros de la Consolata (LMC) – Colombia
Durante los días 25 y 26 de junio se juntaron en la ciudad de Medellín cerca de 40 laicos misioneros de la Consolata de diferentes localidades de Colombia, acompañados por P. Antonio Bonanomi (IMC) y la Hermana Rubiela Orozco (MC). Sobre el tema “Así los quiero”, los LMC reflexionaron el camino hecho hasta hoy y profundizaron las exigencias que el carisma y la espiritualidad de Allamano piden hoy al ramo LMC.
Día 25, sábado, el encuentro empezó con el compartir de cada comunidad sobre algunos temas profundizados de los ensañamientos y llamados expuestos en los varios capítulos del libro “Así los quiero”. A estas reflexiones sobre el Laicado Misionero de la Consolata con los ojos puestos en el carisma Allamaniano, se juntó el testimonio de Vivi y Copi (LMC Portugal). Los principales puntos abordados en este testimonio fueron la Vocación, la Comunidad y la Misión, como elementos fundamentales en el discernimiento vocacional y en la concretización de la vivencia misionera.
Durante la Eucaristía, presidida por el P. Guillermo y concelebrada por el P. Antonio Bonanomi, se realizó la imposición del crucifijo a ocho nuevos LMC que celebraban el Compromiso LMC. P. Bonanomi, después de haber hecho su primer envío de 3 laicas –Chavela (Isabel), Helena (Mami) y Claudia- hace 25 años, para la Misión de Solano en el rio Caquetá (sur de Colombia), juntamente con P. Pepe Svanera (IMC) y P. Renzo Menegini (IMC), dejó un mensaje muy concreto a estos nuevos LMC: “Id al encuentro de los últimos, de aquellos que son más vulnerables, vivan la misión como una espiritualidad samaritana y, por último, lleven y testimonien los verdaderos valores”. Aide Gutierrez (Bogotá), a una semana de celebrar 40 años, testimonia la importancia de haber realizado este Compromiso LMC y afirma ser una oportunidad de “replantar en tierra fértil”.
El día terminó con más fiesta con el ritmo Afrocolombiano proporcionado por la comunidad LMC de Cali, totalmente dedicada a esta pastoral.
El segundo y último día empezó con la oración dedicada a Nuestra Señora de la Consolata, seguida de testimonios y formaciones. El primer tema fue presentado por la Hermana Rubiela sobre “Lo que es la Espiritualidad?”. En la continuación, el lmc Juan Carlos Osorio compartió su vivencia misionera en Remolino del Caguán. Juan concluyó que durante casi tres años lo que trabajó más fue el sentido de responsabilidad: “nos convertimos en verdaderos señales de consolación”, y la vivencia entre el equipo de trabajo; sobre este punto afirma que “cuando vamos en misión, también vamos a servir a nuestros compañeros de trabajo, para con ellos también es necesario tener paciencia y tolerancia.” Y concluyó compartiendo que hoy, lo que cambió en el fue la madurez: “hoy vivo una vocación LMC más madura”.
La mañana siguió con P. Bonanomi y el tema “La espiritualidad de José Allamano”. Empezando por la descripción del contexto histórico y cultural que influenció Allamano, seguido de una profunda descripción de la persona José Allamano y el surgimiento del carisma y espiritualidad que hoy buscan vivir todas las misioneras y misioneros de la Consolata. Este testimonio terminó con el compartir de los 19 años de misión con los pueblos indígenas de la cordillera colombiana.
Por la tarde se siguieron con algunos trabajos organizativos, seguidos de la celebración eucarística donde se realizó el envío misionero de tres LMC. Además de ser un momento muy especial, este envío fue muy singular. Pedro Cortés, uno de los enviados y actual coordinador nacional de los LMC, parte para la misión de S. Vicente del Caguán por tiempo indeterminado. Con 44 años de edad, Pedro comenta sobre esta opción: “estoy a concretizar la opción radical que hice hace 25 años cuando me comprometí como LMC. Todo que hice hasta hoy fue misión, y ahora que voy vivir con una nueva comunidad continuo a pensar que nosotros somos nuestros únicos animadores por eso la decisión de partir hace parte de ese esfuerzo de continuar y animarme a seguir la vocación que Dios me dio, servir a los últimos anunciando el Evangelio.”
Los otros dos lmc enviados fueron la pareja Maria Rosário e Juliano Uribe, que después de 50 años de matrimonio continúan a sentir el llamado de Dios para servir a los últimos en la concretización de la vocación LMC.
Con muchos ritmos, muchas luces, muchos colores y, sobretodo, con mucho espirito de familia, fue así que terminó la asamblea.
Los LMC regresaron a sus comunidades y misiones recordando el deseo del Beato José Allamano: “Los quiero así: generosos, firmes y constantes en la vocación”.
Viviana Nunes,
LMC Colombia.
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