Religiosos en lo privado, laicos en lo público

La mayor parte de la sociedad argentina cree en Dios y siente que la religión es importante en su vida. Pero también reclama que las instituciones religiosas no tengan injerencia en la escena política. Los resultados de una encuesta exclusiva realizada para el diario La Nación.


Por Lorena Oliva

No importa cuántas veces se haya anunciado la muerte de Dios ni cuántas veces se hayan alzado victoriosas las banderas de la secularización. En la Argentina, el 71 por ciento de las personas cree en Dios, la religión es importante para el 60 por ciento de la población, y el catolicismo sigue gozando de un liderazgo indiscutido.

Pero eso sí, cuando se trata de pensar la religión en la escena social, y no ya en la privada, más de la mitad de los argentinos dice que su vínculo con la religión se limita a eso, al terreno individual, y prefiere que las autoridades religiosas se abstengan de influir en las decisiones de gobierno o en lo que se vota en las elecciones. Más aún, el apoyo económico que el Estado brinda a la religión católica goza de un bajísimo nivel de aprobación entre los argentinos: apenas el 12 por ciento.

Esta aparente asimetría entre la fe religiosa y el modo de vivirla es la principal novedad que arroja la encuesta "Actitudes y prácticas religiosas en la República Argentina", realizada por la consultora Poliarquía en exclusiva para LA NACION. Entre otras revelaciones, la encuesta confirma la existencia de lo que otros estudios han llamado "cuentapropismo religioso" o "religión a la carta", es decir, una experiencia religiosa caracterizada por la flexibilidad y el subjetivismo.

Con tales particularidades, el mapa religioso argentino se dibuja así: un 46 por ciento de los encuestados se considera católico no practicante; un 31 por ciento, católico practicante; el 9 por ciento, evangelista; el 9 por ciento ateo o agnóstico; el 1 por ciento, testigo de Jehová; el 1 por ciento, judío y otro 1 por ciento, adventista.

De ese total, el 63 por ciento de los encuestados se mostró de acuerdo con que las autoridades religiosas no deben intentar influir en la opinión de la gente que vota en las elecciones (el 49 por ciento de ese total estuvo muy de acuerdo al respecto), y el 61 por ciento se manifestó en contra de la incidencia de los referentes religiosos sobre las decisiones de gobierno (el 47 por ciento, en este caso, se declaró muy en contra).

La investigación también reveló una posición bien marcada de la sociedad con respecto a la asistencia económica que el Estado le brinda a la religión católica: sólo el 12 por ciento está de acuerdo con ese apoyo, mientras que el 41 por ciento sostiene que debería ayudarse a todas las religiones y un 42 por ciento se mostró reacio a que se asista económicamente a alguna religión.

Todo esto, sin embargo, en un contexto en el que, como decíamos, la religión es importante para el 60 por ciento de los argentinos (el 36 por ciento la considera muy importante y el 24 por ciento, bastante importante). Pero esta aparente contradicción entre un universo creyente que prefiere que el margen de acción de los principales referentes religiosos se vea limitado no lo es tanto para los expertos de Poliarquía, quienes lo encuentran lógico si se piensa que la esfera íntima es el templo mayormente escogido para dar cauce a esa fe.

De hecho, el rechazo mayoritario a que las principales autoridades en materia de fe tengan injerencia en los comicios o en las decisiones de gobierno no se da sólo entre los ateos, los agnósticos o los que profesan otra religión minoritaria, sino que también se mantiene entre el grupo autodefinido como católico practicante: "El 58 por ciento de los católicos practicantes está de acuerdo con que la Iglesia no influya en los comicios, en tanto que el 56 por ciento opina que no debería influir en las decisiones de gobierno", aporta Alejandro Catterberg, uno de los directores de la consultora.

La vivencia personal de la religión se revela en varias instancias de la investigación: de acuerdo con el relevamiento, el 53 por ciento reza más de una vez por semana, el 52 por ciento asegura tener momentos de meditación personal con la misma frecuencia, en tanto que el 36 por ciento habla de religión en el hogar también más de una vez por semana. Sin embargo, sólo el 8 por ciento asiste a misa u otros oficios religiosos más de una vez por semana. El 18 por ciento lo hace una vez a la semana, el 23 por ciento asiste alguna vez al año y el 30 por ciento no lo hace nunca.

Pero teniendo en cuenta este particular vivencia de la fe, ¿cómo interpretar que el 31 por ciento del total se considere católico practicante? En este punto cabe recordar que el ser humano puede tener una identidad social, colectiva o cultural que no siempre se corresponde con sus vivencias personales. Y así lo confirman las palabras de Catterberg. "Lo de ´católico practicante´ es una autodefinición de los encuestados, se refiere a cómo se consideran a sí mismos. Pero alguien puede sentirse "católico practicante" sólo porque pisa la iglesia una vez al año. Tiene que ver con este modo personal de vivir la religión. Para saber cuántos de ellos son verdaderamente practicantes, uno podría tener alguna pista examinando, por ejemplo, su asistencia a misa. En este punto, es notable la profundidad de la práctica religiosa entre los evangelistas, que representan al 9 por ciento de la sociedad: el 30 por ciento de ese total asiste al templo una vez por semana y el 40 por ciento lo hace con mayor frecuencia."

Más allá de la liturgia, también en el plano familiar queda en evidencia la particular manera de vivir la fe de la sociedad argentina: al 60 por ciento de los consultados le da lo mismo que su pareja tenga las mismas creencias y religión. Y en lo que hace a la educación de los hijos, si bien al 75 por ciento del universo consultado le gustaría que tuvieran una formación religiosa, sólo el 39 por ciento estaría de acuerdo en mandarlos a una escuela religiosa.

En Poliarquía, sin embargo, son claros al respecto: esta pérdida de influencia de la religión sobre la vida cotidiana de la sociedad no nos habla únicamente de una crisis espiritual o religiosa sino que se enmarca dentro de un proceso más profundo -y global- que afecta a todas las instituciones tradicionales.

De todas maneras, esta particular vivencia de la fe religiosa que, al parecer, responde a fenómenos globales, también tiene su condimento local o regional. Tal es el caso de un tipo de religiosidad popular que se expresa por la devoción de ciertas figuras religiosas y que suele ser típico de los países latinoamericanos.

En el relevamiento de Poliarquía, el 52 por ciento de los encuestados manifestó sentir devoción especial por alguna figura religiosa. De ese universo, es Jesucristo quien encabeza la lista de devociones con el 13 por ciento. Le siguen la Virgen de Luján (10 por ciento) y San Cayetano (9 por ciento). Pero el listado también lo integran San Expedito (8 por ciento), el Gauchito Gil (2 por ciento) y la Virgen Desatanudos (1 por ciento), entre otros.

Realizada a fines de septiembre, la encuesta abarca a toda la población mayor de 18 años que reside en centros urbanos de más de 10.000 habitantes. Y al examinar algunos aspectos puntuales de ese universo, como la edad, el género, el nivel educativo y la zona de residencia, las revelaciones son interesantes.

Así tenemos que la religión es un 17 por ciento más importante para las mujeres (68 por ciento contra 51 por ciento entre el género masculino). En términos etarios, la importancia que se le otorga a la fe religiosa es directamente proporcional a la edad del encuestado: a mayor edad, mayor importancia. Mientras que este aspecto es importante para el 53 por ciento de los adultos de entre 18 y 29 años, el porcentaje se eleva a 57 entre los de 30 y 49 años, y vuelve a elevarse al 67 por ciento entre los de 50 años o más.

En términos educativos se da la relación inversa: entre el grupo que sólo cuenta con estudios primarios, la religión es importante en un 69 por ciento de los casos; disminuye nueve puntos entre los que alcanzaron el nivel secundario, y vuelve a reducirse hasta el 48 por ciento entre quienes cuentan con estudios terciarios o universitarios.

Y de acuerdo con la zona de residencia, la religión es mucho más importante en el interior del país, en donde alcanza un nivel de adhesión del 64 por ciento, mientras que que en la Capital, llega al 46 por ciento. En el Gran Buenos Aires, este porcentaje alcanza el 57 por ciento.
Los resultados parecen contradecir aquello de que "Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires".



Aclaración: Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra laico admite dos significados:
1. adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s.
2. adj. Independiente de cualquier organización o confesión religiosa. Estado laico. Enseñanza laica.
En el título de esta nota, está a las claras que se hace referencia al segundo significado de la palabra laico.

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