Resulta que el pasado sábado 26 de noviembre, participamos de un retiro en la localidad de San Miguel junto al Padre Jorge del noviciado; dirigido por el Padre Juan Carlos Greco.
Fue un hermosa jornada. Durante la mañana dedicamos tiempo para “pensar y mirarnos”. Un trabajo interior que partió de dos preguntas: ¿cómo llego aquí? ¿Qué vengo a buscar?
La puesta en común fue como sacar una foto del alma pues muchas cosas salieron a la luz. ¡Cuántos sentimientos callados seguramente por no tener el espacio apropiado para decirlos!
A partir de allí todo se hizo más fluido. Disfrutamos de la lectura de un par de oraciones de la Madre Teresa para luego trabajar de lleno con la Santa Biblia en Juan 9.
Ya cercano el mediodía, la oración fue más profunda en la pequeña capilla del lugar con adoración del Santísimo. En esa comunión con el Señor recordaba las palabras del Allamano:
Sí, vivan enamorados de Jesús Sacramentado!!! Qué ésta sea nuestra devoción principal. Cuando está Él no falta nada más; a sus pies todo tiene una explicación, todo se arregla. Jesús Sacramentado es el centro alrededor del cual giramos continuamente... hagamos con fe y devoción la visita al Santísimo Sacramento. Permanezcamos con gusto en su presencia...
En el altar había una pequeña estatuilla del Allamano con su brazo extendido como indicándonos hacia donde teníamos que sostener la mirada, la de los ojos y la del alma.
Nos unimos en el amor, nos emocionamos hasta las lágrimas, nos llenamos de SU presencia.
Qué más les puedo contar hermanos laicos?! Solo compartir un GRACIAS ASÍ DE GRANDE, para los Padres Jorge y Juan Carlos quienes hicieron posible la realización de este retiro.
Les dejo de regalo algunas fotos y la oración de la Madre Teresa que disfrutamos esta mañana.
Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo
por la riqueza de tu bendición.
Que mis ojos sonrían diariamente
por el cuidado y compañerismo de
mi familia y mi comunidad.
Que mi corazón sonría diariamente
por las alegrías y dolores que compartimos.
Que mi boca sonría diariamente con
la alegría y regocijo de tus trabajos.
Que mi rostro dé testimonio diariamente
de la alegría que TÚ me brindas.
Gracias por éste regalo de mi sonrisa, Señor.
Amén.
Reciban desde aquí un gran abrazo y esta vez además, una sonrisa.
Hasta prontito hermanos laicos!!!
Adriana Rojas, lmc
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